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Inculcando el espíritu de Japón
«¡Hakkeyoi, nokotta!», grita el árbitro o Gyoji, ataviado con su llamativo traje, para señalar el inicio de un combate de peso entre dos luchadores de sumo. La escenografía se cuida al milímetro, con un tejado suspendido sobre el círculo de lucha o dohyo, preparada para mostrar los distinguidos rituales de la ceremonia de entrada en el ring y la danza reverencial. Cuando uno va a ver un torneo o Honbasho, hay muchas más cosas de las que disfrutar,que simplemente del combate.
Conocido como el deporte nacional de Japón, los orígenes del sumo se remontan a la era de la mitología. La etimología de la palabra «sumo» procede de un antiguo nombre, «sumahi»,
que significaba «combate». De hecho, la palabra «sumahi» ya aparece recogida en los libros Kojiki (Crónicas de antiguos hechos) y Nihon Shoki (Crónicas de Japón), escritos aproximadamente en el 720 d. C., para describir los torneos de fuerza entre los dioses.
Durante el período Heian (794~), se enviaron mensajeros a todos los rincones del país con el objetivo de reclutar a sumaibito (luchadores de sumo) para que entretuviesen a la nobleza y al emperador. Tras los combates, se celebraban espléndidos banquetes. El sumahi continuó siendo un acontecimiento de la corte durante 400 años, mientras poco a poco se transformaba en lo que actualmente conocemos como sumo.
En la época de los samuráis, desde el período Kamakura (1185~) y a lo largo del período Azuchi-Momoyama (1573~), los sogunes y los señores feudales también empezaron a interesarse por los combates de sumo y ordenaron reclutar a luchadores. El guerrero Oda Nobunaga sentía especial predilección por el sumo, así que llegó a invitar a luchadores de todo Japón para que participasen en combates en el Castillo Azuchi de Omi. Por todos es sabido que a los más fuertes les daba la bienvenida al castillo como sirvientes.
El sumo se convirtió en una forma de entretenimiento de pago cuando, durante el período Muromachi (1336~), se aprobó el cobro de entrada al público. Hacia mediados del período Edo (siglo XVIII),
se produjo la unión de distintos grupos de sumo que hasta entonces habían desarrollado espectáculos por separado. Fruto de esa unión surgió la estructura básica de lo que posteriormente se convertiría en la lucha de sumo profesional, con la programación de seis torneos o Honbasho al año. La popularidad del sumo creció como la espuma con la aparición de grandes luchadores como Onogawa Kisaburo y Tanikaze Kajinosuk, uno de los primeros Yokozuna, el máximo rango del sumo. Junto con el teatro tradicional japonés o kabuki, el sumo se declaró el entretenimiento popular del período Edo.
Con el paso de su dilatada historia, el sumo fue adoptando progresivamente un carácter deportivo y se convirtió en una cultura tradicional exclusiva de Japón. En la actualidad, a caballo entre tradición e innovación, el sumo sigue fascinando a miles de seguidores de Japón y del mundo entero.
(Nuestro equipo editorial trabaja desde Ryogoku, la ciudad del sumo)
Cada año se celebran seis torneos o Honbasho, de los que tres (en enero, mayo y septiembre) tienen lugar en Tokio, en el salón de sumo Ryogoku Kokugikan, al norte de la estación de ferrocarril JR Ryogoku.
Unas coloridas pancartas alineadas con los nombres de los luchadores de sumo decoran las calles durante el torneo y confieren a la ciudad un verdadero ambiente de sumo. Lo primero que hace que una visita al Ryogoku Kokugikan sea especialmente emocionante es caminar por las inmediaciones de la puerta del recinto. Allí, los visitantes tienen muchas posibilidades de conocer a algún «maestro de establo», famosos ex-luchadores de sumo que suelen encargarse del control de las entradas. Una vez dentro del recinto, el visitante se sumerge en el universo del sumo con veinte puntos de información que recorren de un lado a otro una estancia que, generalmente, está rodeada de acomodadores vestidos con hakama y mujeres vestidas con kimono. En la primera planta del Kokugikan existe un museo del sumo, donde el visitante podrá encontrar una amplia colección de objetos relacionados con el sumo, como xilografías, banzuke (clasificaciones) y keshomawashi (especie de delantales ornamentales usados por los Yokozuna).
Las reglas del sumo son sencillas. El Gyoji es el árbitro y dos hombres vestidos con cinturones de sumo luchan hasta que uno de ellos haga caer al suelo al otro o lo empuje fuera del círculo de lucha. Si uno de los luchadores comete una falta —por ejemplo, tirar intencionadamente del pelo al oponente o golpearlo con el puño cerrado—, automáticamente pierde. Los torneos o Honbasho se celebran seis veces al año y cada uno dura quince días.
Los luchadores participan en un combate al día y aquel que consiga más victorias al final será el campeón. El listado oficial con la clasificación de los luchadores se llama banzuke. Existen diez categorías, desde el rango inferior (Jyonokuchi) hasta el rango máximo (Yokozuna). En la lucha de sumo japonesa, el banzuke lo significa todo, ya que esta clasificación determina el sueldo de cada luchador y los privilegios a los que tiene derecho. Así, por ejemplo, solo los luchadores que han alcanzado el tercer rango (Sandanme) están autorizados a usar sandalias con suela de piel y solo los rangos Juryo, y superiores, pueden usar el traje típico, el haori hakama. Los ascensos y los descensos en los rangos los determina el cónclave de clasificaciones (banzuke) que se reúne tras cada torneo. Básicamente, un luchador asciende en la clasificación cuando gana ocho o más combates durante un torneo y desciende cuando cosecha ocho o más derrotas. Tradicionalmente, los combates no se realizan nunca entre miembros del mismo rango de entrenamiento ni entre hermanos. Esta regla se deriva de la compasión samurai profundamente enraizada y oculta que se apiadaría de ambos oponentes enfrentados en una situación de este tipo.
Cada movimiento ganador en la lucha de sumo se llama kimarite y, en la actualidad, existen ochenta y dos. De ellos, el que se utiliza más habitualmente es el yorikiri, seguido del oshidashi. Casi la mitad de los kimarite utilizados en los combates tras el descanso del Hatsu Basho (torneo de enero) del 2015 fueron yorikiri y oshidashi, que tienen la consideración de técnicas básicas. Otras técnicas son el sokubi otoshi, que consiste en derribar al oponente sujetándolo por la parte superior del cuello, y el tsumadori, que consiste en tirar hacia atrás del pie del adversario para lograr que se caiga.
1. Solo los hombres pueden ser en luchadores de sumo. Las mujeres no pueden.
Para convertirse en luchador de sumo, es necesario cumplir tres condiciones y convertirse en aprendiz o Shin-deshi: 1) Ser varón, menor de 23 años y haber finalizado la educación obligatoria. 2) Medir, al menos, 1,73 m. 3) Pesar, al menos, 75 kg. Las reglas del sumo recogen que «los luchadores únicamente podrán ser del sexo masculino».
2. Los "Splits" (apertura de piernas) son un componente fundamental del entrenamiento para convertirse en un luchador fuerte.
Lo más importante para un luchador de sumo es entrenar la flexibilidad de su cuerpo para evitar lesiones. Como parte de su rutina, practican los splits, un movimiento que consiste en abrir las piernas hacia la derecha y la izquierda. Los luchadores que han finalizado su formación deben ser capaces de abrir 180° las piernas mientras tocan con todo el torso y la barbilla en el suelo. Los nuevos luchadores entrenan en el gimnasio de sumo del Kokugikan durante seis meses para aprender los conceptos básicos, incluidos los splits.
3. En Ryogoku abundan los restaurantes especializados en chanko nabe, la comida de los luchadores de sumo.
El chanko nabe se conoce como el alimento habitual de los luchadores de sumo. Se trata de un enorme estofado que se prepara con verduras de temporada, pescado y pollo, todo ello aliñado con salsa o vinagre ponzu. Infinidad de restaurantes especializados se alinean en las calles de Ryogoku, sede del Ryogoku Kokugikan, cuna del chanko nabe.
4. Antes de los combates, se lanza sal para limpiar las impurezas.
Antes de un combate de sumo, los luchadores en ocasiones tiran sal. Esta tradición comenzó como un ritual de purificación del dohyo, que se considera un lugar sagrado. Durante cada Honbasho, se utilizan alrededor de 45 kg de sal al día. Esto suma un total que supera los 650 kg durante todo el torneo. Los luchadores únicamente pueden lanzar sal cuando han alcanzado el rango Makushita, y solo cuando el momento lo permite.
5. Al igual que los hombres de negocios, los luchadores de sumo también cobran un sueldo.
Los sueldos de los luchadores de sumo se establecen según jerarquías, aunque únicamente a partir del rango Juryo. Los rangos Makushita e inferiores reciben una asignación por cada torneo. El sueldo base del rango Yokozuna es de 2,82 millones de yenes al mes, mientras que la asignación del rango Makushita por torneo es de 150.000 yenes. También existe un premio monetario,
por lo que cuantos más combates gane un luchador, más dinero conseguirá.
6. La pancarta Man-in Onrei (aforo completo) se alza en función de la venta de entradas.
En la pancarta que cuelga encima del tejado suspendido se puede leer «Man-in Onrei», que indica que el aforo está completo (véase la foto superior de la página anterior). Dicha pancarta se baja una vez que finalizan los combates Juryo, en el momento en que los «ki» (claquetas de madera) marcan el inicio de los combates Makuuchi. Se dice que la pancarta únicamente se alza si, a las 15:00 h, se ha vendido al menos el 80 % de las entradas para ese día.